Por Tony López R (*)
Tony Lopez.
La elecciones del 27
de mayo y el 17 de junio en Colombia, celebradas en paz y tranquilidad, es fruto de los Acuerdos de
Paz, firmado por el Gobierno y las
Fuerza Armadas Revolucionarias de Colombia- ejército del Pueblo. (FARC-EP).
Pero también la decisión del Ejército de
Liberación Nacional, (ELN) que durante los dos eventos electorales y con el
propósito de no lesionar los diálogos que llevan a cabo con el Gobierno de
Santos Calderón, aceptaron un cese de hostilidades. Lo cual demuestra la
voluntad política y de paz de esta organización guerrillera.
Este histórico acontecimiento,
que habla del goce, beneficio y alegría de vivir en paz, se ha manchado, contradictoriamente, una importante
fuerza electoral votaron a favor del
Centro Democrático, disidencia liberal-conservadora santandereana, conformada
por Álvaro Uribe e Iván Duque, con el apoyo de la derecha liberal presidida por
César Gaviria, el partido gubernamental de la Unidad Nacional, el liberal
Llerista Cambio Radical, y sumadas las
autoridades de la derecha católica y las retardatarias sectas religiosas
cristianas, que desde el pulpito hacían campaña a favor de está formula
guerrerista.
No es una herejía lo que
estoy señalando, veamos cuales han sido
las declaraciones del electo presidente Duque sobre los Acuerdos de Paz y los
diálogos que con el ELN, sostiene el
Gobierno colombiano en La Habana.
Durante su campaña
presidencial Iván Duque sostuvo firmemente la política de su partido el Centro Democrático
de adversar los Diálogos de Paz, que se
llevaron a cabo por cuatro años en La Habana, movilizaron y desarrollando una
campaña mediática y feroz contra el plebiscito convocado unilateralmente por el
Gobierno y esta extremista organización enemiga de la paz, logró imponer el No a los Acuerdos de La
Habana.
Una verdadera irracionalidad,
porque la historia no reconoce la existencia de un pueblo que vote a favor de
la guerra.
Buena responsabilidad tuvo el
Gobierno en esta derrota, cuya campaña fue débil, desde las más altas
instancias del Partido oficialista de la Unidad Nacional, poco se hizo tanto en
orientar a sus miembros, como hacer un fuerte desmentido frente al mentiroso
linchamiento mediático, basado en que el Jefe de la Guerrilla ocuparía la silla
presidencial y que se impondría un gobierno “Castro-Chavista”.
Una vergüenza porque demuestra el analfabetismo político o sobre
todo la imposición del pensamiento pro
imperialista y reaccionario del santanderismo frente al unitario y
latinoamericanista y caribeño pensamiento
bolivariano.
Pero esa derrota del SI a los
Acuerdos, deja al desnudo esa conducta y la trampa política, el apoyo del
Partido Gubernamental, a la fórmula del extremista Centro Democrático
presidencial de Uribe –Duque, es un voto en contra de la paz, nada compresible
ese apoyo, pues incluso el presidente
Juan Manuel Santos fue premiado con el Nobel de
Paz.
Un triunfo del SÍ le hubiera
dado fortaleza política, social y jurídica a dichos Acuerdos. Esa derrota
permitió revisar a pedido del Centro
Democrático y especialmente de Álvaro Uribe, el contenido del Acuerdo sobre la
justicia transicional, lo que ellos llaman no aceptar impunidad a la guerrilla
y evitar que sienten en la silla de los
acusados a los ejecutores de crímenes de Lesa Humanidad, los mal llamados
falsos-positivos y a los altos funcionarios que aprobaron una política de
terrorismo de Estado y a sus aliados, banqueros latifundistas y jefes de los
carteles de la droga. Algo ya logrado pues la revisión de la nueva Corte Constitucional,
dejó sin efecto incluir en su juzgamiento
a estos sectores muy comprometidos en
graves violaciones de derechos humanos y
causantes de miles de víctimas de la guerra
y millones de desplazados.
La política del nuevo Gobierno
que asumirá el próximo 7 de agosto será muy clara y firme. Mantener y profundizar
el modelo neoliberal, con una fuerte política fiscal que favorecerá a los ricos
y afectará a la clase media y empobrecer a los más pobres. Ya declaró públicamente que solicitará al
Congreso donde tiene mayoría, una reforma a la Jurisdicción Especial de Paz,
obviamente con vista a debilitarla aún más y garantizar la defensa de los
represores y sus cómplices. Otro de los objetivos es evitar que las 10 curules,
acordadas y aprobadas en los Acuerdos
que ocuparan dirigentes del nuevo Partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del
Común, (FARC) la ocupen, si antes no son juzgados y pagados sus penas. Algo
difícilmente pueda lograr.
Por otra parte propone que el
delito del narcotráfico no pueda ser considerado como delito conexo al delito
político cuando se comete o cometió para obtener recursos para el
financiamiento de la guerra, otro elemento para vincular a la guerrilla al tema
del narcotráfico. Tema que fue debatido ampliamente entre las delegaciones del Gobierno y las FARC
y acordado y firmado por el Presidente. Ahora Uribe y Duque se empeñan en
eliminarlo y que quede en manos de la Corte Suprema.
En este sentido el pasado 18
de Junio, a menos de 24 horas de ser elegido Presidente, Duque solicitó al
Congreso aplazar el trámite de la última ley necesaria para que la Justicia
Especial de paz (JEP) pueda funcionar, es una ley que se ocupa de los procedimientos
que deben aplicarse y se está tramitando en el Congreso. Frente a este mensaje,
el presidente Santos Calderón, se opuso a esta petición de Duque y pido al
Congreso que se apruebe.
El 20 de junio la Cámara de
Representantes aprobó la ley que ahora debe pasar al Senado, para que se
complete el marco normativo de la JEP, el debate será muy tenso, porque se
conoce y es publicó que en el Senado se concentra un grupo de legisladores
vinculados al paramilitarismo, sobre todo los representantes del Centro
Democrático, cuyo jefe de bancada es el senador Álvaro Uribe y algunos conservadores
y liberales.
Por otra parte el mensaje de
Duque a los Diálogos de Paz que llevan a
cabo el Gobierno y el Ejército de Liberación Nacional, (ELN) en La Habana, en
la conferencia de prensa que ofreciera el pasado 20 de junio, es sumamente
negativo y humillante, al plantear que “el ELN deben abandonar todas sus acciones
criminales y proceder a concentrase en sitios escogidos, vigilados y con
veeduría internacional”. Este es el
mensaje equivocado y el que siempre han
tenido algunos gobernantes colombianos respecto al ELN, en primer lugar
subestiman a esta organización política y
militarmente, el planteamiento de la rendición no caminará con el ELN,
no solo militarmente preparada en lucha irregular en cerca de medio siglo de combates,
con victorias y también contundentes
derrotas como la de Anorí, de la cual se levantaron como ave fénix, en el ELN
hay una cultura política y fuertes convicciones política e ideológicas de porque luchan, jefes míticos.
Esta es una organización que
tiene una fuerte influencia en el movimiento social. El presidente Duque
demuestra así su poca experiencia y
conocimiento de su país. Solicitarle la capitulación al ELN, es enardecer más
el sentimiento de pertenencia a una organización que desea la paz, pero sobre
la base de una participación popular o como ellos llaman una Convención
Nacional con todos los factores
políticos y sociales.
Hoy 25 de junio,
al dar a conocer que el 2 de julio volverán a la Mesa de Dialogo, acaban de proponer, un gesto de buena
voluntad, de cese bilateral de fuego por 100 días, para que el Gobierno de
Duque pueda hacer el empalme con el gobierno saliente y continuar los Dialogo
con esta nueva administración, imagino que el pueblo colombiano pida aceptar
está propuesta.
El desafió de la
centroizquierda y la izquierda y otros sectores políticos y sociales amantes de
la paz, será cerrar filas y trabajar por fortalecer sus estructuras y conformar
un Frente Amplio por la Paz y evitar todo lo que puedan dañar los Acuerdos de Paz,
tendrán así las bancada de centro,
centroizquierda e izquierda en Cámara y Senado, aliados importante cuyo
respaldo necesitan.
El escenario para la alianza
que dio los más de 8 millones de voto a Gustavo Petro, resulta un gran reto, pero también tiene su ventaja, si
consideramos que el electorado que votó por Iván Duque, se concentró en solo 5 departamento del país,
mientras que 27 departamentos votaron equilibradamente y lo que lógicamente
requieren, tanto los departamentos del país paisa, y el norteño santandereano es
una especial atención.
El país está dividido y cuando
sienta el rigor represivo y la política de empobrecimiento a las capas más sufrida,
la violencia lamentablemente regresará a
las oscuras noches de la Seguridad Democrática, que impuso Álvaro Uribe durante su
presidencia.
(*) Periodista, politólogo y
analista internacional.
La Habana, 25 de Junio del
2018.
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