Periodista Luis A. Mena.
Luego de los comicios de este 27
de mayo, que dejaron en segunda vuelta presidencial a Iván Duque (39,14%) y a
Gustavo Petro (25,08%), por primera vez en la historia de Colombia se vislumbra
la posibilidad de que las fuerzas de la oligarquía más recalcitrante puedan ser
derrotadas y de que, concomitantemente, fuerzas alternativas, incluidas las de
izquierda, accedan al poder político.
En la noche del domingo Petro
hizo un llamado a la unidad más amplia y pluralista para dar un vuelco a los
resultados en los nuevos comicios que se cumplirán el domingo 17 de junio, y
así se lo planteó a Sergio Fajardo, que alcanzó un importante guarismo
(23,43%), y a Humberto de la Calle (2,06%).
La derecha extrema representada
por Duque demostró que tiene un tope, que no es invencible, tanto, que no solo
no pudo cumplir su cometido de vencer en primera vuelta, sino que estuvo muy
lejos de ese propósito, para el que requería el 50% más uno de los votos
válidos de esta contienda, que superó los 19 millones de sufragantes en total.
En su discurso de la noche del
domingo, ante centenares de seguidores pletóricos de alegría por lo que desde
ya se considera como un triunfo sin precedentes en la historia de la izquierda
colombiana (casi cinco millones de votos), Petro alertó sobre el riesgo de
hacer cálculos mecánicos, pues si se sumaran los votos suyos con los de Fajardo
y De la Calle, los guarismos de los partidarios de la paz y de las reformas
democráticas superarían a los de los representantes de la derecha adversaria
del Acuerdo de Paz, Duque y Vargas, en casi un millón de votos.
Pero los votos no se transfieren
mecánicamente a la hora de posibles alianzas, y por eso centró su intervención
en reiterar los puntos medulares de su programa para ganar la voluntad del gran
conglomerado abstencionista o indiferente, e insistió en su pedagogía de la
historia, porque sabe de la responsabilidad que ahora les cabe a Fajardo y a la
Coalición Colombia en la tarea de contribuir a no dar al traste con la opción
real de derrotar a las clases dirigentes más extremas lideradas por Álvaro
Uribe, la mano tenebrosa detrás de Duque.
Con los resultados de este 27 de
mayo, el Gobierno de Juan Manuel Santos queda en una situación crítica, pues la
derrota aplastante sufrida por su candidato, Vargas Lleras (7,28%), le resta
capacidad de maniobra y lo deja al margen.
A Vargas lo respaldó la
maquinaria del muy cuestionado Cambio Radical y la que le facilitó Santos, pero
ésta no fue suficiente y tampoco fue lo determinante que vaticinaban
encuestadores que ejercieron manipulación con la estrategia de los
“pronósticos” con la que, de manera abierta y descarada, Caracol Radio infló
todo el tiempo al exvicepresidente, hecho que deja también a este medio de
comunicación como otro de los derrotados de la jornada.
Los cacicazgos de los llamados
partidos tradicionales, el conservatismo y el liberalismo, seguramente se
alinearán con Duque. También el grueso de la dirigencia del Partido de la U.
Muchos de los que se mantuvieron
con De la Calle muy probablemente respaldarán a Petro. De la Calle, a pesar de
no llegar ni a los 400.000 votos, no es el responsable de la estruendosa
derrota liberal, sino César Gaviria, cuya renuncia a la dirección de ese
partido clamaban sus militantes el domingo.
Gaviria y Santos abandonaron a De
la Calle, lo traicionaron y dejaron tirado, a pesar de haber sido el líder del
equipo del Gobierno que sacó adelante el Acuerdo de Paz con las Farc. Santos y
Gaviria son otros de los grandes derrotados de la jornada.
En fin, la contienda ha sido
ampliamente favorable para las fuerzas alternativas que quedaron ante un nuevo
reto histórico, el de no dejar escapar la opción nunca antes tan cercana de
acceder al poder para impulsar las transformaciones aplazadas durante 200 años
de soledad, desigualdad y violencia, como recalcara anoche Petro en su discurso
en el centro de Bogotá.
Ahora, comienza lo más difícil.
Cali, domingo 27 de mayo de 2018.
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