Por: Hernán Durango
redaccionbogota@gmail.com
Parque principal Unguía. Fotos archivo Internet
En el municipio de Unguía,
conocido como “La puerta del Darién” por ubicarse en el Urabá chocoano, sus
habitantes no salen de esa larga noche de tinieblas e impunidad. Finaliza el
año 2017 y lo que subsiste es el predominio de los grupos paramilitares autodenominados
“Usugas”, “Clan del Golfo” o “Autodefensas Gaitanistas de Colombia”. Pónganse
el nombre que se pongan son la más aguda expresión del terror y violencia
agenciados en Colombia por la extrema de derecha y demostración de las
políticas del terrorismo del Estado colombiano, cuyas autoridades aplican como
método perverso para exterminar a la oposición política y los liderazgos
populares que claman por transformaciones sociales y económicas de fondo en
favor de las gentes más humildes y desposeídas del país.
El territorio de Unguía, con 15
mil habitantes distribuidos en 4 corregimientos y 26 veredas, se ha mantenido durante
los últimos años bajo el dominio y
presencia de grupos paramilitares dedicados al negocio del narcotráfico y demás
acciones ilícitas en la frontera con Panamá e islas del caribe. En la
actualidad algunas autoridades del Estado persiguen a estos grupos mediante la
denominada “operación Agamenón II” con éxitos notorios, sin embargo, no es
menos cierto el maridaje por años de esos criminales con sectores de la fuerza
pública, lo cual es vox populi en la región del Urabá chocoano.
Los habitantes unguieños añoran y
trabajan por un municipio que retome su rumbo de paz y progreso, donde la
presencia del Estado con obras para el desarrollo sea lo de mostrar. Esos eran en
las décadas de los años 80s y 90s y siguen siendo en la actualidad los postulados
de la dirigencia social y política progresista encarnada en el partido Unión
Patriótica UP y el Partido Comunista Colombiano PCC y de otros sectores o
fuerzas políticas y sociales, gremios, comunidades,
anhelo el cual pretendían arrebatar mediante el exterminio y genocidio político contra sus principales
figuras.
1990
masacre sin perdón ni olvido.
El próximo 27 febrero se cumple
una aniversario más de la masacre
paramilitar en el parque principal de Unguía contra el médico y
dirigente político Mauricio Ramírez González y los líderes comunitarios Francisco
Atencio Rentería, Nora Ruiz Flórez, Camilo Arturo Botero Rodríguez, Álvaro
Prada y Omar Ruiz fueron, el año de 1990, a pocos días de las elecciones
previstas, en las que se perfilaba este partido como virtual ganador con su
candidato Arnoldo López. Según el
informe del Centra Nacional de Memoria “el hecho ocurrió a pocos metros de la
estación de policía, pero ninguno de los perpetradores fue perseguido o
capturado”. Estos hechos hacían parte de toda una oleada de terror y muerte, la
cual ha sido denominada como “genocidio político del Estado contra la UP” para
sacar a esta joven fuerza política del escenario y permitir el dominio a los
partidos del régimen excluyente imperante.
Exhumación y entrega de cuerpos por parte de la Fiscalía. Masacre 1990.
Por el genocidio contra la UP
cursa una demanda contra el Estado colombiano en la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos CIDH, cuyos resultados no pueden ser otros que una condena
ejemplar al Estado y la investigación, verdad y castigo a los responsables en
cada región, así como la reparación integral al partido y a cada uno de los
integrantes de la UP por todo lo sucedido.
Unguía saldrá
adelante con la lucha de sus habitantes
Este municipio es prospero en agricultura
y ganadería. Los cultivo del cacao y pan
coger prevalecen. Pero, desafortunadamente por la incertidumbre económica los
labriegos se ven obligados a sembrar cultivos
ilícitos convirtiéndose esa realidad en un conflicto social al que las
autoridades y las organizaciones agrarias tienen que construirle salidas
conforme a lo establecido en el punto cuarto del Acuerdo de Paz logrado en la
mesa de La Habana y firmado en el Teatro
Colón de Bogotá, entre el Gobierno nacional y la insurgencia de las FARC, hoy
convertida en el partido político Fuerza
Alternativa Revolucionaria del Común .
“Hay muchos cocaleros. Por la
crisis económica esa es la economía que prevalece en gran parte de la región
hoy, acá impera el cultivo de hoja de coca.
Hay laboratorios para el procesamiento de alcaloides. Existen componendas de algunas autoridades
con bandas paramilitares que dominan en el comercio de esos cultivos ilícitos. Existen
problemas de violencia por la guerra sucia que se desarrolla entre los paramilitares, Policía y Ejército
Nacional, la gente no denuncia por que le da miedo. Esa es la triste realidad
de hoy cuando ya no existe guerrilla, las FARC dejaron armas y se convirtieron
en partido político”, nos indica la fuente que atendió nuestra conversación.
Esa misma fuente, insiste en que
desde las organizaciones comunitarias y sociales se plantea que el territorio
requiere una mayor inversión social en materia de vías, educación, salud,
deporte y recreación. Agrega que se debe prestar atención de primer orden al
mantenimiento del canal navegable que permite el ingreso a la población desde
Turbo y el Río Atrato.
En nuestra visita varios
pobladores nos indicaron con mucho énfasis que los grupos paramilitares han convertido
a la región en un corredor de tránsito
en los límites fronterizos con Panamá. Para ese negocio de llevar coca y traer
dólares, armas, y todo tipo de mercancías
contratan a jóvenes desempleados quienes llevar a lomo de mula o en sus propios
hombros las cargas.
La situación no deja de ser
preocupante por las latentes amenazas contra los pobladores y visitantes. No se
puede transitar si se es desconocido y no va acompañado por alguien del poblado,
lo pueden confundir con “sapos” por
parte de las autoridades o viceversa. si la persona
desconocida entra al puerto de Unguía corren peligro, lo más probable es que lo cojan. Lo amarren y
lo investiguen. Puede ocurrir asesinato, ya se han presentado casos, es lo que
relatan algunos habitantes.
Este no puede ser el panorama de
un territorio tan acogedor como el de Unguía y sus habitantes. Las autoridades
municipales, departamentales y nacionales, representantes en todas las
instancias, en conjunto con las demás instituciones y organizaciones sociales y
sectores políticos deben continuar sus acciones para de nuevo encarrilar a este
municipio, la región y el país por el sendero que la mayoría clama.
Recordemos que han pasado ya más
de 500 años, de aquel año 1510 cuando el español Vasco Nuñez de Balboa, fundó en esta parte del nuevo continente la
población denominada Santa María La antigua del Darién, sembrando la
dominación, odio y sojuzgamiento contra nuestros nativos, postulados que deben
ser extirpados para siempre de la faz de la tierra.
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